sábado, 6 de julio de 2013

Envidia, envidia por todas partes.

Soy una persona que se caracteriza por comprender casi todo y sobretodo lo respeto. Pero hay algo que no me entra en la cabeza, y es la envidia insana, por la envidia sana es comprensible, ¿quien no ha sentido un poquito de ella? Sin embargo, esa envidia tan insana, que se apodera de ti, te envuelve y te lleva, incluso a sentir odio por personas a las que podrías apreciar o que, en algún momento has considerado amigas e incluso ellas a ti también, esa envida, esa envidia mata. Puñaladas traperas. Traiciones. Odio comprimido. Explosión. Negro. Entonces la envidia ya te ha destrozado, se ha apoderado de ti, eres suyo y ya no hay vuelta atrás. Harás todo lo que sea posible por hacer lo que tu subconsciente llama "venganza" pero... ¿vengarte de qué? ¿de sus éxitos? ¿de sus logros? Intentas fastidiar al envidiado porque crees que así te beneficias tu, pero, ja, no, solo te hundes mientras ves como triunfa sobre ti, pisándote, cuando, en realidad, podrías haber sido amigos, podrías haber triunfado los dos, el Mundo es suficientemente grande como para que triunfe más de uno. Ya es tarde, tu has perdido, en realidad, eres el único que ha perdido, te has consumido, y, para ¿qué? Para creer que vences al vencedor, pero recuerda, el ha vencido, tu le tienes envidia.

Envidiadme sanamente, yo sigo aquí, en el mar,

La Niña

No hay comentarios:

Publicar un comentario